Hace algunos días, como
parte de la realización de una tarea, nos solicitaron el dibujarnos a nosotros
mismos. Realizar nuestra silueta y posteriormente colocar ciertas respuestas
sobre las personas que nos influyen, nuestros “sitios históricos” etc… Me
divertí mucho realizando esta actividad, a pesar de ser una “tarea” creo que se
convirtió en un espacio de reflexión que normalmente no me doy en la
cotidianidad. Igualmente me pareció muy interesante pues me ayudó a comprender
varias cosas de los demás y de mi persona. Es por esto que este ensayo seguirá esa
misma secuencia.
Fue
muy curioso pues durante la semana fui recabando el material para hacer la
actividad y llegó el viernes durante el cual yo planeaba pedirle a mi esposo
que me ayudara a trazar mi silueta; sin embargo, no contaba con la astucia de
que había partido de fútbol en donde trabajamos y tanto mi esposo como mi hijo
querían ir. Por esta razón, acordamos que ellos fueran al partido y yo me
regresara antes a casa para cumplir con mis deberes. Lo primero que comprendí:
no porque yo sea “mi país” los demás deben estar en la misma frecuencia que yo,
por lo cual habrá momentos en que deba resolver las cosas, sola.
Al
dibujarme y “verme” también me llamó la atención ver todo el espacio que
ocupaba. “Estoy inmensa” fue lo primero que pensé… y al continuar leyendo las
instrucciones pensé que no llenaría todo el espacio con lo que tendríamos que
escribir. No obstante, al final, no me cabían todas las respuestas que me
hubiera gustado mostrar. Aquí reflexioné otra cosa: todos somos un gran “costal”
de historias, cicatrices, alegrías, etc. y nuestro equipaje define en gran
parte quiénes somos y cómo vamos a actuar.
Posteriormente,
cuando entramos a clase y empezamos a colgar nuestros trabajos comprendí que me
mostré tal como soy. Me gustó sentir que soy muy honesta al proyectarme con los
demás. Por ejemplo, puse que no se necesita visa ni pasaporte, y en realidad no
se necesita pues siempre estoy abierta a conocer a otras personas y soy
relativamente confiada. Me sorprendí (aunque no demasiado para ser honesta) en
ver lo desordenada que puedo ser, pues mi dibujo era aunque muy completo, muy
desordenado. Efectivamente, aunque soy una persona que le gusta participar en
todo y no se cierra a muchas ideas, no soy ordenada lo cual me complica la vida
en muchos aspectos.
Lo
anterior, también me ayudó a comprender a los demás y ligándolo al párrafo
anterior, comprendí que en ocasiones no importa cuánto pueda aportar una
persona, si esa persona se “ve” complicada, en ocasiones a la gente le puede
dar “flojera” estar descifrando a los demás. Concretamente creo que mi dibujo
se veía desordenado y complicado de descifrar… ¡hasta a mí me daba flojera leer
tanto y en tanto desorden! Esto me dio idea de la importancia que tiene el cómo
nos proyectamos a los demás para poder establecer relaciones interpersonales
sin que haya barreras de por medio.
Finalmente,
durante las exposiciones entendí que, aunque nos cueste trabajo, las personas
constantemente procuramos que los demás nos “entiendan”, que no nos
malinterpreten pues con las interpretaciones solemos hacer juicios de valor que
en ocasiones son poco precisos o hasta injustos. Obviamente hubo cosas que se
dijeron y cosas que se pensaron pero no se dijeron pues cada quien tiene sus “sitios
sagrados” que en ocasiones, si los demás se muestran merecedores, podrán
conocerlos.
Por último,
éste me pareció un gran ejercicio de autoconocimiento y reconocimiento de los
demás. Hubo cuestiones que redescubrimos, por ejemplo el reconocer a quién
admiramos y por qué (cuando en muchas ocasiones ni se lo decimos). También hubo
cuestiones que no veíamos y nos ayudó a descubrir nuestro “punto ciego”. Igualmente
aparecieron “artefactos”, cuestiones visibles de la cultura de cada quien, que
pueden ser visibles pero que para el resto debe ser un imperativo sólo
describir lo que se ve sin interpretar, pues no se puede reconstruir todo lo
que es una persona con lo que los sentidos perciben sin conocer su historia,
razones, pasado, etc.
En
conclusión, me parece que sería muy interesante realizar este ejercicio en
distintas etapas de nuestra vida e irlos comparando. Estoy casi segura de que
no nos veíamos igual en la adolescencia, en la etapa universitaria, a como nos
vemos ahora o incluso a como nos veremos en unos diez años. Definitivamente sería
una “fotografía” muy interesante de coleccionar y analizar.
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